El cociente intelectual ya no es lo que era…

¿Por qué un chaval que destaca en matemáticas y que es brillante en literatura e historia puede tener problemas para relacionarse con sus amigos?. Hasta no hace mucho, la inteligencia era medida como un conjunto indisoluble en el que primaba las capacidades lingüísticas y matemáticas, de manera que todo aquel que no sobresalía en ellas no obtenía una buena puntuación en las pruebas psicométricas del Cociente Intelectual (CI) y no podía ser considerado inteligente. El cociente intelectual ya no es lo que era…

El psiconeurólogo Howard Gardner nos propuso que la inteligencia es un concepto más amplio y que no siempre se relaciona directamente con el éxito académico. En este sentido, Gardner define la inteligencia como: “La capacidad de resolver problemas y/o elaborar productos que sean valiosos en una o más culturas”. Y señala que hay personas muy capaces en matemáticas pero muy poco en su relación con los demás o en su orientación en una ciudad nueva, por ejemplo. Gardner propone que la inteligencia no es unitaria, que podemos hablar al menos de ocho inteligencias: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, kinestésica, interpersonal, intrapersonal y naturalista; que la inteligencia es educable: nacemos con capacidades innatas pero en función de la estimulación del medio se desarrollarán más o menos; y que todos poseemos todas las inteligencias en mayor o menor grado. Entonces, ¿cómo educamos a nuestros hijos? ¿Qué podemos hacer para conocer y potenciar sus inteligencias? ¿Qué inteligencias debemos potenciar más?:

  • Valorar todos los ámbitos y no solamente el académico. Si solamente valoráramos el ámbito académico, nunca hubiéramos tenido tenistas como Nadal o pintores como Picasso. El conocimiento académico es importante, muy importante, y nuestros hijos deben abordarlo para manejarse en la sociedad presente y futura, pero también es cierto que muchos de ellos serán más felices si se este conocimiento se complementa con otros que les gusten, como ayudar a los demás, cuidar plantas, patinar, bailar…
  • Identificar el ‘skyline’ de las inteligencias de nuestros hijos. Como padres, cuando nuestros hijos tienen más de 5 o 6 años nos vamos haciendo una idea de sus aptitudes más o menos destacadas. Sabemos, por ejemplo, si desafina mucho al cantar o no, si calcula rápido o lento, si se expresa bien para su edad, si se relaciona bien con los demás… También existen test sencillos que nos ayudan a saber lo que incluye cada inteligencia y nos dan una puntuación. Un adecuado diagnóstico del punto de partida es esencial para poder avanzar en la dirección o direcciones adecuadas.
  • Educar en la excelencia. Una vez que tenemos claro en qué destaca nuestro hijo, es sumamente importante para su desarrollo personal y su felicidad promover ese ámbito en su formación y en su vida personal y profesional. Será mucho más fácil que nuestra hija, que es una estupenda deportista, con claras aptitudes de coordinación, fuerza, velocidad… y a la que no se le dan bien los cálculos matemáticos, destaque y sea feliz aprendiendo y dedicándose al ámbito deportivo y no a la ingeniería, por ejemplo.
  • Desarrollar los ámbitos menos destacados. El gráfico personal de las inteligencias no es inamovible. Gracias a la educación familiar y escolar, a los estímulos que les proporcionemos y a su adecuación a las características de cada niño, contribuiremos a que se puedan manejar con soltura en todos los ámbitos y no solo en los que, en un principio, les eran más favorables.
  • Cuidar especialmente las inteligencias intrapersonal e interpersona. Estas dos inteligencias señaladas por Gardner fueron el origen de la conocida inteligencia emocional. La mayor parte de los factores de felicidad y éxito del ser humano devienen directamente del equilibrio personal y de la relación con los demás.
  • Combinar exigencia y disfrute. Pocas veces se esfuerza uno tanto como cuando disfruta con lo que hace. Busquemos tareas que les ‘enganchen’ y que, a la vez, les supongan un reto; esta será la mejor forma de que desarrollen sus inteligencias.
  • Trabajar las competencias en su interrelación. En la vida, nadie va a comprar a una tienda de matemáticas ni tiene una habitación de lengua. Por ejemplo, podemos preparar un viaje y conocer los lugares, los precios, valorar si se ajusta a nuestro presupuesto y escribir un correo electrónico a la casa rural que hemos elegido para confirmar que tienen habitaciones disponibles. Si un niño o niña participa activamente en todo este proceso estará desarrollando varias de las inteligencias señaladas.
  • Complementar el desarrollo de estas inteligencias con un planteamiento creativo y artístico. Gardner le da gran importancia a la creatividad como elemento de desarrollo personal y social. Esta creatividad puede desarrollarse en relación a lo lingüístico, lo matemático, lo musical… Pero también en un ámbito que Gardner no aborda de forma explícita: las artes plásticas. Desde perspectivas más tradicionales, como la pintura con óleo, el modelado en barro o el tallado de madera, hasta las que potencian las tecnologías de la información y la comunicación, con programas específicos que tienen muchas posibilidades en torno a la fotografía, el vídeo… la imagen en general.
  • Apoyar el desarrollo de las inteligencias múltiples con las TIC. Las conocidas como TIC -Tecnologías de la Información y la Comunicación- deben ser, además, TAC -Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento- y servir para el desarrollo personal, académico y profesional de nuestros hijos e hijas. No es tarea fácil, ya que la mayor parte del tiempo que los niños están delante de las pantallas tienen exclusivamente un objetivo de ocio y debemos promover otras posibilidades, como algunos buenos programas educativos, la participación en ‘wikis’ o el análisis crítico de blogs.
  • Promover un clima familiar de disfrute y crecimiento. Decimos que un estado de ‘flow’, o fluir, es aquel en el que estamos tan centrados en lo que estamos haciendo que no tenemos otro pensamiento y toda nuestra energía se canaliza en esa actividad. El tiempo se nos pasa volando preparando la decoración navideña, un ‘power-point’ para celebrar las bodas de oro de los abuelos o una obra de teatro para una reunión de amigos. Para potenciar estas inteligencias múltiples es importante, desde la familia, crear este marco, este estado de fluir y de disfrute en la cotidianidad.
  • Ya para terminar, es necesario señalar que es muy importante que todas estas inteligencias llamadas ‘múltiples’ que nos propone el psiconeurólogo Howard Gardner sean reconocidas por nuestros hijos e hijas y que sean ellos mismos también los que realicen su autoevaluación, cada vez más ajustada. El objetivo de este reconocimiento, por su parte, es que valoren la diversidad de ámbitos fundamentales y sepan y comprendan que son inteligentes en algunos de ellos.

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